- La verdad, nunca me hubiera esperado esto de vos - dijo Carolina, con su cara de orto característica.
- ¿Qué cosa, hija?
- Que tuvieras novia.
- Disculpame, pero... ¿Qué pretendías? ¿Que me quede solo para el resto de mi vida?
- Y, sí.
Mi hija la del medio no respondió de la manera más favorable del mundo al hecho de que decidiera llevarlos a todos a comer pizza y aprovechara la ocasión para presentarles a Mili. Aunque, debo admitirlo, de alguna manera me lo esperaba. Carolina tiene con Valeria una de las relaciones madre-hija más espantosas que he visto en mi vida pero, sin embargo, se aferra con uñas y dientes a las estructuras. Sé que, en el fondo, ella preferiría, como decía mi abuela, "mal casados, pero casados". Sé también que el tema es "carne de diván", como diría Pablito y me intriga muchísimo -porque Caro es hermética al respecto- cómo será su relación con Marcelo, si es que ha logrado desarrollar algún tipo de relación.
Martín tampoco me sorprendió demasiado. Reaccionó a una frase tan espectacular como "chicos, les presento a mi Novia", con un "ah, hola" y una cierta apatía preadolescente. Tincho vive en su mundo y, me da la impresión, su gran objetivo en la vida es que lo dejen hacer la suya y no lo jodan. Supongo que el mayor no va a representar un problema, siempre y cuando se mantengan ciertas distancias prudentes, pero tampoco espero una gran cooperación de su parte.
La que no deja de fascinarme es Natalia. La enana miró toda la escena con gran curiosidad y comió pizza como una desaforada -es una de sus debilidades- aguardando el momento preciso para hablar conmigo a solas.
Amontonados en el monoambiente, esperó a que sus hermanos se fueran a la cama para acorralarme en la cocina y darme su veredicto:
- ¿Te puedo dezid un zecdeto, papá? - preguntó con una sonrisa.
- Sí, mi amor, decime - le respondí acercando la oreja.
- Mili ez re-limda.