209 - Soluciones mágicas

"¿Tan mal está tu matrimonio?", me había preguntado Alberto, aquella vez. Con Valeria ya estábamos quemando los últimos cartuchos y a mí se me empezaba a notar en la cara.

No suelo compartir andanzas personales en ambiente de laburo, pero en esos tiempos estaba tan caído, que fue inevitable embarcarme en una conversación con Alberto, uno de mis superiores, donde básicamente le conté la historia de mi vida. Me escuchó pacientemente, mientras tomaba mate cocido de un tazón enorme.

- Sí, así de mal está mi matrimonio - concluí.
- ¿Y no pensaron en volverlo a intentar?
- Ya probamos de todo, Alberto... ¡Nada funciona!
- Ah... pero yo sé de algo que los puede salvar - exclamó, con una sonrisa triunfal - Algo que en su momento salvó mi propio matrimonio, un método que te renueva la comunicación en la pareja como ningún otro.
- ¿De qué estás hablando?
- Mirá... pertenezco a un grupo de la iglesia que...
- ¡Dale! - interrumpí - ¡Decime que sos encuentrista!
- ¡Sí! ¿Cónocés encuentros?
- ¡Sí! - respondí con falso entusiasmo - ¡Y no sirve para una mierda!

Tiempo después tropecé con él en la esquina de Suipacha y Lavalle: salía, todo colorado, a media tarde, de las mismísimas entrañas del ABC.