- ¿Y eso de dónde salió? - le pregunté a Martín, señalando el iPod Nano que llevaba colgado de la cintura y temiendo la respuesta.
- Y... bueno... es que... - empezó a tartamudear.
- Sí, ya sé - me resigné - Marcelo.
- ¡Agachate y conocelo!
- No es chistoso, nene.