- Acabemos con esta farsa - me dijo Virginia, mi ex cuñada, desde el otro lado de la mesa de un bar, mientras revolvía un café con leche.
- ¿De qué estás hablando, nena? - me sorprendí.
- Me calentás, te caliento, lo sabemos ¿Qué esperamos?
- Eh... Hoy no... Estoy... indispuesta - le dije, mientras me levantaba de la mesa y, virtualmente, corría hacia la puerta, dejándola ahí, sentada, mirándome con cara de asombro y sin haber pagado mi café con crema y mis dos medialunas de manteca.
La duda es si realmente querrá algo conmigo, si lo estará haciendo como una clase de absurdo espionaje en nombre de Valeria o si estará tan neurótica como para hacer esto para lastimar a su hermana.