- Che, Esteban... mirá, te llamaba, de onda, para avisarte que, finalmente, contratamos a otra persona.
- Uy, qué lástima - le respondí a ese inmenso par de ojos azules que bien podría haber sido mi jefa.
- Sí... no era mi decisión solamente y "de arriba" dijeron que había otro candidato que les gustaba más... pero bueno, me caíste bien y no quería dejar de avisarte.
- Está bien, no te hagas problema - y tras un segundo de silencio, disparé con munición más gruesa - ¿Sabés una cosa? Me hubiera encantado trabajar con vos.
- Ay, a mi también - contestó risueña, haciéndome adivinar que se acababa de sonrojar.
- ¿Y si te invito un café? - doble o nada, pensé.
- La cafeína me hace muy mal...
- Eh... - dudé, sumido en un silencio incómodo.
- Mejor invitame una cerveza.