092 - Telo prometo

Hacía mil años que no iba a un telo. Y debo admitir que, pese a que los albergues transitorios de la capital parecen no haber cambiado mucho en los últimos veinte años -de hecho, algunos parecen no haber cambiado ni las sábanas- me sentí ligeramente perdido en este ambiente.

Sonaba Ricardo Montaner y el ambiente olía a desodorante de segunda marca, ligeramente floral y algo irritante para las fosas nasales. Un televisor de 14 pulgadas que tendría, seguramente, la edad de mi hijo mayor, adornaba uno de los rincones, empotrado a la pared con un soporte de hierro que vale menos de 50 pesos en el Easy más cercano.

Pero lo que más llamó mi atención fueron las sábanas. De un violeta furibundo, no había visto este tipo de sábanas desde los veranos de mi infancia en la casa que mi abuela tenía en Mar del Plata. No me pidan que nombre la tela, porque no sé nada de telas. Pero seguramente sabrán de qué hablo si les digo que se trata de una cosa suave, brillante, como una especie de mala imitación de la seda, sobre la cual es imposible quedarse quieto, dado que resbala para todos lados.

Las luces -que no eran muchas- desplegaban mayoritariamente colores azules y rojos. Como si hubiera algo que ocultar. Como si la penumbra, sumada al narcotizante aroma del desodorante berreta y a la música pastosa -que, luego de Montaner, reencarnaría en Luis Miguel, Alejandro Sanz, Miguel Bosé y hasta Alejandro Lerner- crearan el clima propicio para que no se note un kilo de más, para que no se tenga en cuenta un centímetro de menos, para que nos veamos lo menos posible y eso nos ayude a entregarnos a la pasión.

De todos modos, dudo mucho que Victoria haya reparado en todos estos detalles. Era tal el grado de calentura de esta simpática damita que, literalmente hablando, me tiró sobre la cama y se hizo cargo de todo el trabajo.

Pero quizás lo más interesante del primer encuentro haya sido su reflexión final, que me soltó alegre, cuando salíamos del hotel, caminando abrazados:

"Está bueno esto de tener un 'amigo con privilegios' en Buenos Aires".

La idea sonaba a mucho sexo y poco compromiso.

Así que me gustó.