087 - El estigma del sobre

Recibir invitaciones para una boda puede ser un hecho feliz o una experiencia aterradora. Suele ser motivo de alegría en el momento en que uno se regodea con la idea de tomarse hasta la presión, con buenas bebidas espirituosas, pagadas por algún otro; o ante la perspectiva de levantarse a alguna prima tercera medio borracha.

Pero el mentado sobre con la invitación a un casamiento puede ser una puñalada en la autoestima tan sólo por leer su lado externo.

Cuando era jóven y soltero, los sobres venían a mi nombre únicamente, y ese era un detalle que no me preocupaba. Con el tiempo, cuando empecé a tener un noviazgo serio, las invitaciones empezaron a llegar a nombre de "Esteban y Valeria". Más adelante vinieron los hijos y la inscripción en el sobre se redujo a "Esteban & Flía", como para ahorrar tinta.

El problema se suscita cuando, llegada cierta edad y dudoso estado civil, las participaciones son recibidas con patéticas inscripciones como "Esteban & acompañante", que en buen cristiano se traduce como "sabemos que no te quiere ni tu rottweiler, así que decile a tu mejor amiga -esa que te quiere voltear- o a una compañera de laburo que se ponga un vestido más o menos decente y te haga de escolta".

La forma de nombrar al invitado en el sobrecito malévolo estigmatiza al tío solterón o a la treintañera solitaria de la familia, dejando además en evidencia la lástima que le tienen los felices contrayentes.

Pero el colmo del patetismo fue la última invitación que recibí.

El impoluto papelito dice:

"Esteban & V"

Estoy pensando seriamente en no ir y quedarme en casa aburriéndome con dignidad -como dice Pablo- deglutiendo chocolates y leyendo "Ciega a Citas"