- Yo quiero otro hijo - gritaba Valeria, en mitad de una de esas feroces peleas que se habían hecho un clásico de nuestros últimos tiempos juntos.
- ¿Pero a vos te parece? - trataba yo de mantener la calma - Nos estamos llevando peor que nunca, vivo con el bolso armado, porque no sé qué día vamos a terminar separándonos... ¿Y vos querés otro hijo?
- Sí, porque es mi sueño ¿Sabés? Yo siempre quise tres y vos no te vas a ir de esta casa sin haber puesto la semillita.
- ¿Eh?
- Sí... Te voy a USAR, como a un toro, como un macho reproductor. Me vas a hacer otro hijo y después podés irte a la puta que te parió.
La tormenta pasó. Luego vino la primavera. El clima mejoró, dentro y fuera de casa. Y así fue como Naty vino al mundo, capeando temporales.