Hace un par de noches, al pedo delante de la computadora, se me ocurrió facebooquear algunos amores del pasado.
Así me enteré que Mariela vive en New York. A juzgar por las fotos -mayoritariamente sacadas en boliches y clubes nocturnos- no la pasa tan mal, aunque su perfil no dice mucho sobre qué ha sido de su vida.
Marisa se mudó a Bernal, se casó con un remisero y tiene dos hijos.
Y es tan buena que hasta se puso contenta de saber de mí, después de tantos años.