164 - Me quedo más tranquilo

Martín se peleó con la novia. La tristeza le duró un par de días. Inclusive, lo he visto con los ojos rojos, señal de que estuvo llorando o fumándose alguna cosa extraña.

Me enternece esta primera tristeza, este primer corazón destrozado, sobre todo porque sé que no será el último y que la pre-adolescencia no es exactamente la etapa ideal para encontrar el gran amor, ese que nos acompañará hasta que la muerte o un ejército de abogados nos separe.

Sin embargo, pese a que odio ver triste a mi hijo mayor, me tranquiliza la conciencia, en cierta manera. Al menos no está repitiendo los patrones enfermizos de su padre. Al menos no se está enganchando con una chica que, ya desde tan pequeña, por ciertas actitudes, se perfilaba como una Valeria en potencia.

Además, lo que es más alentador aún, ha vuelto a usar jeans del talle que le corresponde y las zapatillas Nike que le traje de New York hace unos meses.

Lo que no entiendo es por qué, hace un par de días, se compró una remera de los Rolling Stones, si nunca le gustaron.

Algo se trae entre manos, este tipo.