- Papá... ¿Me das plata para ir a la peluquería? - dijo Carolina.
- ¿Eh? - me quedé estupefacto.
- ¿Qué parte de plata para la peluquería no entendiste, papá?
- No, mi amor... Lo que no entendí es para qué querés ir a la peluquería ¿Te vas a cortar? ¡Con el pelo hermoso que tenés!
- No, papá, no me voy a cortar - Carolina se estaba poniendo en misteriosa.
- Ahora sí que no entiendo - me puse firme - ¿Y si no te vas a cortar, para qué querés ir a la peluquería?
- Me quiero teñir.
- Eh... - silencio incómodo.
- Un mechón.
- Ah... - cara de sorpresa.
- De ROSA, papá.
- ¿Pero vos estás en pedo o tomaste cipermetrina, hijita?
- No, quiero teñirme un mechón rosa, está re-de-moda.
- No, hija.
- Pero, papá...
- Dije que no.
- Ppppe...
- ¡Que no! - levanté la voz.
- ¡Sos injusto! - ladró, rompiendo en llanto.
- ¿Injusto yooo?
- Sí, sí, sí, vos, vos, vos, injusto, injusto, injustooo.
- ¿Por qué?
- ¡Porque lo dejás a mi hermano ser emo y yo no puedo ser flogger en paz!