103 - Puf

Yo tenía un puf. Me encantaba tirarme a mirar tele. Lo mágico de estos artefactos es cómo se amoldan a la forma del culo, como el sillón de Homero; cómo se ajustan a cada caprichoso cambio de posición, cómo se adaptan camaleónicamente a mis necesidades de vaguear frente a la pantalla.

Yo tenía un puf. Pero ahora sólo tengo una bolsa de cuerina negra hecha jirones y una cuenta pendiente con el veterinario, que tuvo que tratar a Sauron tras la indigestión que le provocó la ingesta indiscriminada de bolitas de telgopor.

Un día de estos me voy a hacer un flor de asado de rottweiler.