081 - Algo contigo

Me porté como un chico obediente y respondí el mail de Victoria con una sola frase:

"Sos linda"

No era absolutamente hermosa. No estaba para tapa de la revista Maxim. Pero no era fea. Era una gordita de barrio más, con un escote prominente y una sonrisa llena de dientes. "Con dos litros de cerveza encima, me la volteo", habría sido el juicio de valor de Jorge, que calificaba a las mujeres según cuánto alcohol en sangre fuera necesario para soportarlas.

Por supuesto que jamás me hubiera esperado la reacción. Porque ese "sos linda" casi inocente, casi parte de un juego que habíamos empezado, desencadenó el email más inusual que una mujer me ha escrito en la vida:

"¿Hace falta que te diga
que me muero por tener algo contigo?"

A la cita del primer verso de "Algo contigo" seguía una parrafada que ni me atrevo a transcribir, donde básicamente Victoria decía que yo le gustaba, que necesitaba un hombre, que con el marido no daba para más y que estaba dispuesta a bailar conmigo el tango horizontal cuando yo así lo dispusiera.

No tengo nada contra Chico Novarro y menos contra un buen bolero. Pero aún para mí, el mensaje era demasiado directo. Sobre todo viniendo de alguien a quien no conocía personalmente. Mi respuesta fue algo tibia, tratando de rechazarla elegantemente, sin ser maleducado y sin herir su endeble autoestima.

Pero, contrariamente al efecto deseado, lo único que logré fue que inventara una excusa más o menos decente para tomarse un micro y venir a Buenos Aires.